sábado, 22 de septiembre de 2018

Las ola son besos. Un poema inolvidable sobre el mar y el cielo.

Una poesía sobre amores imposibles, celos y leyendas.

Una historia trágica y divertida en forma de poema.

Disfruta leyendo mi última creación poética!!! Espero que te guste!!!


Las olas son besos.


Fíjate tú, eh, que los hay, y además muchos,
que sosteniendo encima que no es invento suyo
dicen que las bellas, rizadas, elegantes olas
las produce el viento, la marea o no sé que cosas.

Que no sé qué matemática de la naturaleza

mueve la masa con no sé qué fuerza...
¡Quita, hombre, que no!
¡Que eso no me lo creo ni yo!

Y es que hasta yo, que apenas aprendí a sumar

conozco esa vieja historia del amor, del cielo, del mar.
Esa misma que así comienza:


Dicen que el agua desposó a la tierra
obligando al mar -que nunca quiso
someterse al compromiso
que lo pegara del mundo a la suela.

Cualquiera que haya visto deslizarse un río

rápido abajo, por la ladera;
o arreciar mar a dentro
el cruel furor de la tormenta

sabe que el agua detesta

la fósil solidez de la tierra.
El agua es como el aire, volátil,
un cóndor inmenso, y de pluma frágil.

Como era de esperar, el mar prefirió amar al cielo,

para abrazarlo, intangible, en sus corrientes, tenerlo.
Se  le declaró también la atmósfera con una suave brisa fresca
y trajo esto envenanados, atufados vientos de tragedia.

Los océanos empezaron a fluir en ríos del revés

que al cielo orientaban el delta
hacia la costa miraban, cabizbajas, las veletas;
mil volcanes erupcionaban a la vez en la Tierra.

Mil simas se abrían bajo tierra

y de un puñetazo furioso se desmenuzó Pangea.

Los continentes, calentados por el engaño,

castigaron al infiel mar
con la peor pena que se conoció, hoy y antaño:

Obligó a las aguas a quedarse pegadas a ella,

que se convirtió en el vaso que de la caída las sostuviera.
¡Qué tragedia para el agua, que tirana la Tierra!

¿Y sabía usted, sabía -no se lo va a figurar-
que hay quien llama a esto simplemente 'gravedad'?

Y otra vez el cuento de la masa y la fuerza

por la calle hasta saciarse se cuentan...
¡pues que se vayan a tomar cerveza, ea!

¡Llámenlo amor o celos... odio incluso!

Pero... ¿gravedad? ¡Menuda invención más fea!

Y aunque este cuento que os he contado
en el pozo de los años
 haya caído, en el desuso
sepa que es en realidad esta la verdadera
que la paranoia aleatoria de esos sabiondillos ilusos
¡Nunca! Nunca sera cierta.

Ya para terminar solo nos queda
terminar y llorar esta tragedia:

El suelo alejó al cielo del mar

pero  la vela incandescente de su amor olvidó apagar
Y desde ese día el agua estira los dedos para ver si el cielo alcanza
con olas en cuya cresta se mezclan en espuma blanca.

Darío Bejarano Paredes (Atoman), o sea yo.

Espero que os haya gustado. Antes de iros, pasaros por todo lo que tenemos sobre poesía en el blog. Hasta la próxima!!!

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