Descubre la obra y la vida del poeta romántico.
Biografía:
José de Espronceda fue uno de los principales poetas del romanticismo español. Nace el 25 de marzo de 1808 el Badajoz, hijo del sargento mayor de la caballería de Borbón Camilo de Espronceda y María del Carmen Delgado.
Entre 1821 y 1824 comienza sus estudios, y en esta época también empiezan sus andaduras en el plano político. En 1823 se une a Los Numantinos, una organización secreta por la libertad. Solo dos años más tarde, con solo 17 años, se haría su presidente. Ese mismo año es desterrado por declaraciones hechas por miembros del grupo, aunque el destierro se limita a una estancia de tres meses en un convento. Durante un par de años se apartará de la política y se centrará en la poesía (tal vez aprendió la lección).
En 1827 se va por voluntad propia y en busca de aventuras a Portugal (aunque tampoco es que el viaje de Badajoz a Lisboa sea una travesía exótica y peligrosa). Es allí dónde se cree que conoció a su esposa, Teresa, con la que tendría una hija.
Marcha entonces a Londres, donde su estilo se desarrolla, influenciado por autores como Lord Byron, y se vuelve más personal.
Viaja después a París, donde participa en la Revolución de 1830. En su etapa parisina escribe los poemas por los cuales se le consideraría un romántico.
La política sigue siendo una importante ocupación, tanto que su esposa lo abandona en 1836 por dedicarle tanto tiempo, sospechando que puede estar siéndole infiel.
En los años siguientes se presenta a cargos públicos, mientras sigue participando en actos a favor de la República y el liberalismo. También continúa publicando obras literarias.
En la etapa final de su vida, Espronceda se convierte en Diputado a Cortes por la provincia de Almería. Solo dos meses después muere inesperadamente, con apenas 34 años de edad.
Descubre la obra y la vida del poeta romántico.
Biografía:
José de Espronceda fue uno de los principales poetas del romanticismo español. Nace el 25 de marzo de 1808 el Badajoz, hijo del sargento mayor de la caballería de Borbón Camilo de Espronceda y María del Carmen Delgado.
Canción del pirata.
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín
llamado por su bravura 'El temido',
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul.
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:
''Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor
''Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés.
''y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
''Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
''Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
''Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
''que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.
''Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
''A la voz de ¡barco viene!
es de ver
como vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
''En mis presas
yo divido
lo cogido
por igual:
''solo quiero
por riqueza
la belleza
sin igual
''Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
''¡Sentenciado estoy a muerte!;
yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna entena
quizá en su propio navío.
''Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la dí.
''cuando el yugo
de un esclavo
como un bravo
sacudí.
''Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
''Son mi música mejor
aquilones
el estrépito y el temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
''y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
''yo me duermo
sosegado
arrullado
por el mar.
''Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria la mar.
Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término sin pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo,
para siempre viva en paz.
Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
así se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.
Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara al padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.
Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina y sin dolor,
y amante doy cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría
más eterno es mi amor.
En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y, árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.
Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.
Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias
y son mentiras sus glorias
y mentira su ilusión.
Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape sueño beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto,
y tus dolientes gemidos
apagando los latidos
de tu herido corazón.
cadáveres están, ¡ay!, los que fueron
honra del libre, y con la muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos, con espanto,
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término sin pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo,
para siempre viva en paz.
Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
así se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.
Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara al padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.
Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina y sin dolor,
y amante doy cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría
más eterno es mi amor.
En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y, árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.
Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.
Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias
y son mentiras sus glorias
y mentira su ilusión.
Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape sueño beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto,
y tus dolientes gemidos
apagando los latidos
de tu herido corazón.
A la muerte de Torrijos y sus compañeros.
Helos allí, junto a la mar bravíacadáveres están, ¡ay!, los que fueron
honra del libre, y con la muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.
Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.
Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,
y los viles tiranos, con espanto,
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.
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