viernes, 20 de julio de 2018

Cierre, cuento en base a una palabra aleatoria.

Un cuento sobre la imaginación y el tiempo.

Un relato muy corto sobre la historia de un niño que, aunque no lo parezca, vivió más libre que cualquier adulto.

Escribí este cuento a partir de una palabra aleatoria. Hay páginas web que te proporcionan palabras al azar. Yo le pedí a la página tres palabras y me quedé con la que más me gustó. Fue cierre. Eso me llevó a una habitación cerrada y... Bueno, el resultado lo podéis leer:


  • Hace unos meses hice algo parecido en base a la palabra Tren.

cierre-cerrojo-historia-corta

Cierre.

La habitación estaba cerrada y vacía. Dentro, no había muebles. Dentro no había nada. Ni nadie. En fin, en realidad había una persona. O una ex-persona. Un cadáver. 

Había llegado ahí vivito y coleando. Hacía apenas unos minutos. Llegó como un pequeño niño con apenas unos pocos años de vida. Nadie sabe como acabó en aquella habitación cerrada. Nadie. Lo que sí sé es lo que pasó después. 

El niño pensó que las paredes blancas y vacías de la habitación eran aburridas, y necesitaban algo con lo que rellenarlas, y se imaginó un prado verde. En el prado verde imaginó una casa, pequeña pero acogedora, con tejas rojas, muros blancos y rodeada de setos. Caminó hacia la casa de las tejas rojas, los muros blancos y el seto y entró. En la casa encontró un anciano. Era un señor arrugado como el dedo gordo del pie después de pasar mucho tiempo en la piscina, con unas gafas que parecían prismáticos y una sonrisa que llegaba hasta sus patillas. El anciano era muy cálido y amable. Al ver al pequeño solo y sorprendido, le ofreció comida y una cama. Al día siguiente le permitió al chico quedarse, pues el joven no sabía a dónde ir, e igual la noche posterior. Pronto se hicieron amigos, y pasaron todas las noches juntos. Con el tiempo, eran inseparables. El anciano lo crió como a un hijo, lo vio crecer y cuando el chico tuvo la edad suficiente, le dio trabajo en su finca como pastor. Unos años más tarde, el pastor conoció a una bella joven, se casaron y tuvieron tres hijos. El niño imaginó su vida entera en cincuenta segundos, y a los cincuenta y un segundos murió de anciano a los setenta y siete años de edad. 

Y es que el tiempo no solía correr igual para todos, hasta que algún maniático del orden creó el reloj. Otro maniático del orden creó la realidad única, y ya no podemos elegir la realidad que más nos gusta. Yo soy otro maniático del orden, y  por eso fabrico relojes para hormigas. Las hormigas son los seres más organizados del mundo, todas en fila, tan coordinadas. Si viviesen muchos años, yo tendría más tiempo para estudiarlas y averiguar el secreto de su orden.

Darío Bejarano Paredes (Atoman), que soy yo.

tiempo-imaginación-cuento

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