Poemas y biografía de Manuel Machado, el hermano de Antonio Machado.
Los poemas más conocidos del gran poeta Sevillano que siempre fue ensombrecido por su hermano.
Manuel Machado nació en 1874. Aunque menos conocido que su hermano pequeño Antonio Machado, fue también un poeta importante dentro del modernismo. Su estilo era una original rebujito entre el sentimiento andaluz con la modernidad.
Infancia.
Aunque nace en Sevilla, en 1883 se muda a Madrid. Allí estudia en la Institución libre de enseñanza. Allí él y su hermano comienzan a publicar sus primeras obras literarias. Por estos años conoció a Rubén Darío, y este se convirtió en su maestro a partir de entonces.
Madurez y obra poética y teatral.
Más tarde se traslada a París, donde publicaría su primer libro de poesía, Alma, en 1902, influenciado por la poesía simbolista que había conocido en la Ciudad de la Luz (si no tenéis ni idea de lo que es eso del simbolismo, tranquilos). En este libro ya consigue una calidad como la del poema Alma que podéis leer al final de este post. Esta obra y las posteriores Caprichos (1905) y La fiesta nacional (1906) le dieron popularidad y renombre ya en su época. Tal vez en sus últimas obras tiende un poco hacia los tópicos y hacia una poesía más superficial. (El pobre estaría ya mayor y no estaría ya para escribir, el pobre).
Se casó con su prima Eulalia en 1910.
Aparte de poesía, escribió obras de teatro, algunas junto con su hermano, Antonio. Por ejemplo, Juan de Mañara, La Lola se va a los puestos, La duquesa de Benamejí o El hombre que murió en la guerra.
Muerte.
Murió en Madrid el 19 de enero de 1947.
Obra: poemas.
Andalucía.
Cádiz, salada claridad; Granada,agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
Y Sevilla.
La copla.
Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben los cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.
Cantares.
Vino, sentimiento, guitarra y poesía
hacen los cantares de la patria mía.
Cantares...
Quien dice cantares, dice Andalucía.
A la sombra fresca de la vieja parra
un mozo moreno rasguea la guitarra.
Cantares...
Algo que acaricia y algo que desgarra.
La prima que canta y el bordón que llora...
Y el tiempo callado se va hora tras hora.
Cantares...
Son dejos fatales de la raza mora.
No importa la vida, que ya está perdida.
Y, después de todo, ¿qué es eso, la vida?
Cantares...
Cantando la pena, la pena se olvida.
Madre, pena, suerte: madre, pena, muerte;
ojos negros, negros, y negra la suerte.
Cantares...
En ellos, el alma del alma se vierte.
Cantares. Cantares de la patria mía...
Cantares son solo los de Andalucía.
Cantares...
No tiene más notas la guitarra mía.
Alma.
Yo soy como las gentes que a la Tierra mía vinieron
-soy de la raza mora, vieja amiga del sol-,
que todo lo ganaron y todo lo perdieron.
Tengo alma de nardo del árabe español.
Mi voluntad se ha muerto en una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión alguna,
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.
En mi alma, hermana de tarde, no hay contornos...;
y la rosa simbólica de mi única pasión...
es una pasión que nace en tierras ignoradas
y que no tiene aroma, ni forma, ni color.
Besos...¡pero no darlos! Gloria ¡la que me deben!
¡Que todo como un aura se venga a mí!
¡Que las olas me traigan y las olas me lleven,
y que jamás me obliguen el camino a elegir!
¡Ambición! No la tengo. ¡Amor! No lo he sentido.
No ardí nunca en un fuego de fe ni gratitud.
Un vago afán de arte tuve... ya lo he perdido.
Ni el vicio me seduce ni adoro la virtud.
De mi alta aristocracia dudar jamás se pudo.
No se ganan, se heredan, elegancia y blasón.
Pero el lema de la casa, el mote del escudo,
es una nube vaga que eclipsa un vano sol.
Nada os pido. Ni os amo ni os odio. Con dejarme,
lo que hago por vosotros, hacer podéis por mí.
¡Que la vida se tome la pena de matarme,
que yo no me tomo la pena de vivir!...
Mi voluntad se ha hecho en una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.
¡El beso generoso que no he de devolver!
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